Zenón Biagosch
30 de noviembre de 2016
Generan gran optimismo las iniciativas encaradas por nuestro Congreso de la Nación en materia de prevención de la corrupción, entre las que se destacan la sanción de la ley del arrepentido, la media sanción de la figura de extinción de dominio y el proyecto sobre el tipo penal para personas jurídicas para esta clase de conductas.
Resulta interesante que tales iniciativas no sólo establezcan herramientas jurídicas para su represión y su juzgamiento, sino que también insten al sector privado, en particular al mundo de los negocios, a adoptar medidas preventivas a fin de lograr una política integral en esta materia. Nuestra abrumada sociedad necesita señales de esta naturaleza, tanto por parte de la clase política cuanto por la clase dirigente empresarial.
Comprar y vender voluntades con objetivos espurios y en un marco de ilegalidad, privilegiando los intereses individuales, en desmedro de los colectivos, es el objetivo. De eso se trata. En Argentina parecería que hay muchos vendedores, pero también muchos compradores.